Poesía
Canción para Alejandra
Crece desde el fuego central
hacia todos los adentros posibles
en la piel de una niña con ojos de madrugada.
No aprendió a mentirse
ni a desoír sus voces ni a olvidar.
Desde la última inocencia cabalga corceles indómitos
que pastan sobre la llanura de su pecho incendiado,
lamiendo sombras resplandecientes,
agudas llamas de belleza oscura
sobre los muros de la noche.
Ha cantado la tristeza de lo que nace
con mirada tierna y sombría;
trepa hacia el espejo llameante
donde guarda una jaula hecha pájaro,
brazos empecinados en abrazar al viento.
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