miércoles, abril 18, 2007

El barco ebrio, Arthur Rimbaud

Cuando descendía los Ríos impasibles,
no me sentí guiado por los sirgadores:
los Pieles Rojas chillones los habían tomado por blancos,
habiéndolos clavado desnudos en postes de colores.

Me eran indiferentes todas las tripulaciones,
carguero de trigos flamencos o algodones ingleses.
Cuando con mis sirgadores terminó ese alboroto,
adonde yo quería ir me dejaron descender los Ríos.

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